miércoles, 24 de octubre de 2012

Línea 506 (2007, fragmento)



Ni llegan los pasos, tras la suela socavada por el pórtland,

hasta la humedad entre la tierra y el camino fratachado; ni la
certeza de actividad constante bajo los pies chatos, ni el

equidistar, que flota entre el aire de las fosas, alcanza. 

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MÁXIMA 40 por atisbar la ciudad entre céspedes

cortados y arrancar de las banquinas en crecida;

el habitar del paso a la historia tiene una velocidad

alcanzada por un escritor de fermentos en zonas urbanas. 

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Un cesto lleno de blancura láctica bacterial congrega mi

estado debajo de la mesa.

La aurora está ahí, silenciosa y aplastada por papeles de

lectura fácil. Los conteos combinados y el grito frenético de

ómnibus que bajan ciudadanos circulares en los monoblock,

son céntricos.  

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El gato,

Schreck

el burro y Fiona

en la ventana del colectivo con un violín entre las piernas.

A un metro del afiche, el suelo mojado.


Me lamento de lo inútil grito, pienso y muero.  

¿acaso me invento los momentos?

¿cómo extirpar las murgas que transitan mis ojos?

Luces pleurales, cóndilos y el velo nasal me orientan.

Escucho duendes que siguen mis pasos, curiosos,

tras el movimiento chiquito entre mis dedos, de a uno van mirando,

les debelo el mundo que construye mi bitácora.    






  

1 comentario:

  1. La línea 506 es la que me lleva a casa, la que en 20 minutos me deja en el centro, la que me da un sentido público, la que me ha hecho putear tantas veces. La que los sábados me lleva al cementerio pasando por la diagonal del zoo (triste recorrido), la que me ha dejado ver ciertas cosas pasajeras...

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