viernes, 8 de febrero de 2013

De la buena utilización del lenguaje



Una nota
Uno nota
Uno anota


DE LA BUENA UTILIZACIÓN DEL LENGUAJE



Hay frases que matan. Pocos imaginan el compromiso que implica el correcto empleo del lenguaje, cualquiera que fuere el idioma, cualquiera que fuere la acción referida.

Cualquiera que fuere el individuo, debe tenerse en cuenta la precisión de las palabras utilizadas, dado que
ellas pueden indicar direcciones diversas o meramente indeterminadas a la hora de expresar una idea. A su vez, ésta (la idea), pudo haber sido escasamente meditada por el parlanchín que la manifiesta con su voz, transformándola en algo particularmente dañino (¿para quién?,  para los demás individuos que tienen los mismos derechos que todos, que uno, que cualquiera; me refiero a los SEMEJANTES).

Bien, cuando alguien utiliza la tan cómoda frase “negros de mierda” y la ubica en sectores del coloquio donde calza fácilmente ante las manifestaciones de una justificada e inapelable indignación, en verdad lo que está haciendo con auténtico éxito, es forjar una idea imprecisa de lo que realmente le causa desprecio, escozor o lo que fuere (al menos que haya una real conciencia de lo que se está diciendo, lo cual implicaría ubicarse en un lugar injustificado, ya que el color de la piel no es intrínseco a la acción realizada por alguien).

Digamos, para despejar, que como usuarios de un lenguaje hablado, debemos tener en cuenta que toda frase heredada es necesariamente digna de ser revisada, cuantas veces sea necesario,  antes de utilizarla airosamente, ya que si uno dice, por ejemplo “no me gusta ir a tal lugar porque está lleno de negros”, o lo que es peor “negros de mierda” (adjetivalmente potenciada) , en realidad (tal vez) lo que quiere decir es que está cansado de que le afanen, de que lo insulten o maltraten, o lo que sea. Entonces la observación sobre el color de piel queda en un plano totalmente ajeno a la situación referida, porque al menos que uno asuma la condición de xenófobo, estaría, en realidad, tapando el verdadero conflicto a señalar con un mero rasgo genético (el tono de la piel).

Y sí, cuando alguien utiliza esa desafortunada frase está dando por sentado que personas con determinado aspecto, son, inevitablemente, potenciales delincuentes, o más precisamente, despreciables. Bueno, no voy a indagar demasiado en qué lo ha llevado a aseverar ese concepto, pero supongo que porque piensa que la mayoría de los delitos y/o impertinencias más comunes son realizadas por personas con esas características ¿esto justificaría el uso de la "tan acertada frase” que "tan bien describe una realidad”?

Realidad.  Me parece que alguien no se está haciendo cargo de algo. Y no voy a utilizar el color de la piel para dar una pista de quién o quiénes fueron los responsables de los más crueles delitos cometidos contra la misma humanidad, o de los encargados de que haya, y se mantengan,  amplias fracciones de la población (mundial o nacional, no importa, voy mucho más allá) azoradas por las miserias de todo género. ¿Qué importancia puede tener el pigmento epidérmico al hablar de humanidad en su conjunto?

Porque creo que es una grieta importante por dónde empezar a filtrar el agua que produzca la incontinencia inevitable del cambio, me gustaría proponer un compromiso mayor en el uso del lenguaje,  que consista en utilizar palabras que definan exactamente las acciones que van en contra de lo que creemos correcto (o sencillamente a favor de lo que nos ofende). Simplemente, aprender a separar  “acciones” de “individuos”. ¿Qué SER tiene la autoridad o derecho de acusar a otro por ser lo que ES sin dejar de referirse a sus acciones? Entonces para empezar, juzguemos acciones.

Y vuelvo a insistir tozudamente desarrollando un poco más lo del color de la piel (no queriendo perder el eje de esta tromba) ya entendiéndolo, según lo dicho anteriormente, como algo totalmente descontextualizado de lo que queremos aborrecer: pensémoslo por un instante, veamos toda la tensión que se descarga al afirmar (tácitamente) que por poseer una tez oscura uno tiene la impronta de chorro, mal intencionado, acosador, peligroso o lo que sea que implique hábitos de “malvivir”. Por favor mis semejantes, llamemos chorros a los que chorean, acosadores a los que acosan, mal intencionados a los que les sea demostrable una mala intención, etc., etc., pero dejemos de interponer viejas frases que atrasan poco más de 200 años (al menos en nuestro país) en lo que al color de piel y sus prejuicios se refieren.

Ah, claro, nuestra patria acaba de cumplir 200 años no hace mucho, o en eso andamos. Entonces debería concluir ¿que el tiempo lineal tal como lo concebimos no implica evolución alguna y que tampoco hemos fundado todavía el país socialmente respetable que alguna vez hemos manifestado “ser”, o al menos “querer ser”?

Respetable: de individuos que se respeten como tales. La acción comienza en casa, las responsabilidades con ella son inevitables; pongamos nuestro compromiso al servicio de ella y evitemos (ahora si) desviar nuestra atención en aspectos físicos/formales de la naturaleza. Apelo a la creación de las buenas acciones, asumamos nuestra fracción de patria que nos corresponda ejercer dejando de crear dolor, sacándole energía a la crueldad enquistada en nuestros modos de expresión, o de dicción (entiéndase también de emanación).

Diría, sin temor  a equivocarme,  seamos más auténticos, profundamente auténticos y no encontraremos motivos para el maltrato.              


Jorge A. del Valle
Lunes 4 de Febrero de 2013

1 comentario:

  1. "De la buena utiliación del lenguaje" es el primer artículo de la serie "Una nota Uno nota Uno anota", destinada a decir lo que se quiera o pueda de alguna cosa u otra... sin fines poéticos, o si.

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