Una nota
Uno nota
Uno anota
DE LA BUENA UTILIZACIÓN DEL LENGUAJE
Hay frases que
matan. Pocos imaginan el compromiso que implica el correcto empleo del
lenguaje, cualquiera que fuere el idioma, cualquiera que fuere la acción
referida.
Cualquiera que
fuere el individuo, debe tenerse en cuenta la precisión de las palabras
utilizadas, dado que
ellas pueden indicar direcciones diversas o meramente indeterminadas a la hora de expresar una idea. A su vez, ésta (la idea), pudo haber sido escasamente meditada por el parlanchín que la manifiesta con su voz, transformándola en algo particularmente dañino (¿para quién?, para los demás individuos que tienen los mismos derechos que todos, que uno, que cualquiera; me refiero a los SEMEJANTES).
ellas pueden indicar direcciones diversas o meramente indeterminadas a la hora de expresar una idea. A su vez, ésta (la idea), pudo haber sido escasamente meditada por el parlanchín que la manifiesta con su voz, transformándola en algo particularmente dañino (¿para quién?, para los demás individuos que tienen los mismos derechos que todos, que uno, que cualquiera; me refiero a los SEMEJANTES).
Bien, cuando
alguien utiliza la tan cómoda frase “negros
de mierda” y la ubica en sectores del coloquio donde calza fácilmente ante
las manifestaciones de una justificada e inapelable indignación, en verdad lo
que está haciendo con auténtico éxito, es forjar una idea imprecisa de lo que
realmente le causa desprecio, escozor o lo que fuere (al menos que haya una
real conciencia de lo que se está diciendo, lo cual implicaría ubicarse en un
lugar injustificado, ya que el color de la piel no es intrínseco a la acción
realizada por alguien).
Digamos, para despejar,
que como usuarios de un lenguaje hablado, debemos tener en cuenta que toda
frase heredada es necesariamente digna de ser revisada, cuantas veces sea
necesario, antes de utilizarla
airosamente, ya que si uno dice, por ejemplo “no me gusta ir a tal lugar porque está lleno de negros”, o lo que
es peor “negros de mierda” (adjetivalmente
potenciada) , en realidad (tal vez)
lo que quiere decir es que está cansado de que le afanen, de que lo insulten o
maltraten, o lo que sea. Entonces la observación sobre el color de piel queda en
un plano totalmente ajeno a la situación referida, porque al menos que uno asuma
la condición de xenófobo, estaría, en realidad, tapando el verdadero conflicto
a señalar con un mero rasgo genético (el tono de la piel).
Y sí, cuando
alguien utiliza esa desafortunada frase está dando por sentado que personas con
determinado aspecto, son, inevitablemente, potenciales delincuentes, o más precisamente,
despreciables. Bueno, no voy a indagar demasiado en qué lo ha llevado a aseverar
ese concepto, pero supongo que porque piensa que la mayoría de los delitos y/o impertinencias
más comunes son realizadas por personas con esas características ¿esto justificaría
el uso de la "tan acertada frase” que "tan bien describe una realidad”?
Realidad. Me parece que alguien no se está haciendo
cargo de algo. Y no voy a utilizar el color de la piel para dar una pista de
quién o quiénes fueron los responsables de los más crueles delitos cometidos
contra la misma humanidad, o de los encargados de que haya, y se mantengan, amplias fracciones de la población (mundial o
nacional, no importa, voy mucho más allá) azoradas por las miserias de todo
género. ¿Qué importancia puede tener el pigmento epidérmico al hablar de
humanidad en su conjunto?
Porque creo
que es una grieta importante por dónde empezar a filtrar el agua que produzca
la incontinencia inevitable del cambio, me gustaría proponer un compromiso mayor
en el uso del lenguaje, que consista en
utilizar palabras que definan exactamente las acciones que van en contra de lo
que creemos correcto (o sencillamente a favor de lo que nos ofende). Simplemente,
aprender a separar “acciones” de
“individuos”. ¿Qué SER tiene la autoridad o derecho de acusar a otro por ser lo
que ES sin dejar de referirse a sus acciones? Entonces para empezar, juzguemos
acciones.
Y vuelvo a
insistir tozudamente desarrollando un poco más lo del color de la piel (no
queriendo perder el eje de esta tromba) ya entendiéndolo, según lo dicho
anteriormente, como algo totalmente descontextualizado de lo que queremos
aborrecer: pensémoslo por un instante, veamos toda la tensión que se descarga al
afirmar (tácitamente) que por poseer una tez oscura uno tiene la impronta de
chorro, mal intencionado, acosador, peligroso o lo que sea que implique hábitos
de “malvivir”. Por favor mis semejantes, llamemos chorros a los que chorean,
acosadores a los que acosan, mal intencionados a los que les sea demostrable una
mala intención, etc., etc., pero dejemos de interponer viejas frases que atrasan
poco más de 200 años (al menos en nuestro país) en lo que al color de piel y
sus prejuicios se refieren.
Ah, claro,
nuestra patria acaba de cumplir 200 años no hace mucho, o en eso andamos.
Entonces debería concluir ¿que el tiempo lineal tal como lo concebimos no
implica evolución alguna y que tampoco hemos fundado todavía el país
socialmente respetable que alguna vez hemos manifestado “ser”, o al menos “querer
ser”?
Respetable: de
individuos que se respeten como tales. La acción comienza en casa, las
responsabilidades con ella son inevitables; pongamos nuestro compromiso al
servicio de ella y evitemos (ahora si) desviar nuestra atención en aspectos
físicos/formales de la naturaleza. Apelo a la creación de las buenas acciones,
asumamos nuestra fracción de patria que nos corresponda ejercer dejando de
crear dolor, sacándole energía a la crueldad enquistada en nuestros modos de
expresión, o de dicción (entiéndase también de emanación).
Diría, sin temor a equivocarme, seamos más auténticos, profundamente auténticos y no encontraremos motivos para el maltrato.
Jorge A. del Valle
Lunes 4 de Febrero de 2013
"De la buena utiliación del lenguaje" es el primer artículo de la serie "Una nota Uno nota Uno anota", destinada a decir lo que se quiera o pueda de alguna cosa u otra... sin fines poéticos, o si.
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