PLANTEOS EN CAJA DE TÉ
Mezcla de
Hierbas
DIGESTIVAS
Hierbas
DIGESTIVAS
Cómo preparar: agregar agua hirviendo
y dejar en infusión durante 3-5
minutos.
Un particular aroma, gracias a
las fragancias del coriandro y la peperina, combinado con el sabor de la
carqueja y el boldo, agregan una nota exótica a esta equilibrada mezcla de
hierbas, de la que su hígado también estará agradecido. Elegir el momento del
día es lo único que resta cuando no hay dudas sobre el té.*
* Texto original en la caja del Té de Hierbas Naturales
Cachamai.
Una
observación rápida: el paquete
refleja, primeramente, las habituales soluciones buscadas posteriores a un
abuso. Da por hecho muchas cosas: un ansioso almuerzo, una asimilación lenta,
deglución a deshora, glotonería desmedida o una excelsa adhesión a lo
alimenticio. Seguidamente, se presentan impresiones de situaciones menos
agresivas: aromas naturales, días de frío, prácticas depurativas, o una simple acción
meramente disfrutable. Por otro de los lados, girando la caja, aparecen las
explicaciones del “cómo preparar” a
un individuo que sabe muy bien leer, pero poco y nada de medias tardes y extensas
sobremesas (de lo que se deduce aquí una edad en él la cual le ha permitido
nunca antes tener necesidad de acudir a recursos extras para una ingesta fácil).
Particularidades
de la etiqueta (o del aroma en principio): ya que pocos conocen el del coriandro,
y mucho menos el que nunca hubo preparado mezclas de agua hirviente, o el de la
clásica peperina, reina de las
hierbas bajativas, “combinado con el
sabor de...”, se evoca un sentido nuevo a la aventura de tomar el té. Acude
la leyenda al término “exótico” como
vocablo proveedor de sensaciones inesperadas, avizoradas fugazmente en la
primera de las hierbas nombradas anteriormente, que al enfrentarse uno con el
desafío de volcar dentro del cuerpo una sustancia inexplorada, se entrega
mansamente a la confianza que le inspira una marca conocida. Pero si todavía el
consumidor no relaja o depone su temor ante el planteo explícito manifiesto en
el producto, mientras hace caso de ir hirviendo algo de agua (esto mostraría
una clara voluntad de acceder a la propuesta), entra en juego un nuevo actor: su hígado. ¿Quién sabría dónde está el
hígado ubicado sin antes no haber explotado en ira alguna vez e inmediatamente
experimentado un feroz ataque al mismo, dando certeramente por descubierta su
localización? Quizá sea, normalmente, el caso del buen lector que se detiene a
descifrar lo que la caja ofrece, buscando optimizar el proceso de
infusión. Aunque el solo hecho de haber
citado órgano del cuerpo de tan vital importancia, embute solemnidad al
objetivo buscado, sobre todo si de aquél promete gratitud, imprimiendo
convicción en la tarea emprendida. Finalmente, cuando ya no pareciera haber
dudas, en la última oración, nace la incertidumbre de no saber con precisión si
es ése el momento adecuado para beber la taza humeante del líquido
recientemente elaborado, quedando como margen entre 3-5 minutos para decidir el destino del brebaje.
La ira, los
chinos, los opuestos: la medicina
tradicional china relaciona cada órgano del cuerpo con las distintas emociones
del temperamento humano, siempre en la conjunción de opuestos, como expresiones
inseparables (yin/yang), conformando esa unidad indivisible que danza por los
mares de los organismos vivos. En el caso particular de la “ira”, por decirlo
de alguna manera, se opone a la “bondad” en forma dependiente, de modo que, en
su justa medida, ambas proporcionarían un proceder sensato y equilibrado, de carácter
flexible y resistente. En occidente, cuando hablamos del hígado en relación a
esas antagónicas maneras de efectuar acciones (agresivas/bondadosas) da la
sensación de estar ante un desvarío de la razón, a punto de perder la cordura
si es que lo tomamos muy en serio, y hasta comenzamos a sentir una suerte de vergüenza
con solamente asumir como verdadera una relación tal entre comportamiento y
salud hepática.
Pero bueno, detengámonos aquí un momento para
observar lo que está ocurriendo justo ahora: apenas nos hacemos conscientes del
acuerdo tácito que surge al asumir nuestro rol como escritor/lector (que se
evidencia en el hecho de estar juntos con la atención puesta en este párrafo) nos
ubicamos súbitamente en el plano de la escritura, de lo literario, distendiendo
considerablemente nuestro “juicio”, cosa que permite abordar cómodamente temas
catalogados como irracionales por los parámetros habituales en que acostumbramos
a desarrollar nuestra vida.
Y con la excusa de escribir o leer un poco,
seguimos adelante: la ira, entonces, según la tradición oriental, no es algo
necesariamente negativo, o la bondad algo necesariamente positivo, sino ambas
emociones potenciales proveedoras de equilibrio, lo cual nos hace vislumbrar renovadas
perspectivas con respecto a nuestra orgánica existencia. Ahora sí, es aquí
donde pensar en tomar un buen té de hierbas naturales, del que su hígado también
estará agradecido, comienza a volverse oportuno, dando lugar a la reflexión
sobre lo que se oculta en el revés de cada cosa, incluso, en el de una caja de
una marca conocida.
Jorge A. del Valle
Viernes 23 de Marzo de 2013
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